Admiro a la
NBA. Puede que jueguen peor al baloncesto
que en Europa, pero lo saben vender muy bien.
Hace unos días ha acabado la liga de España,
ahora se llama liga ENDESA.
Incluso con una final soñada para las
televisiones y los espectadores imparciales, un Real Madrid- FC Barcelona, los
índices de audiencia han sido mínimos, y la repercusión escasa.
No sabemos vender lo que tenemos, no porque
el producto sea bueno o malo, sino porque nos falta sentido del espectáculo.
En EEUU te hacen partidos de casi 3 horas,
con actividades acobráticas, humorísticas, musicales y demás por el medio, te
sirven la cena en tu asiento y te dan material para que animes a tu equipo.
Si Pau Gasol
lleva barba, pues te dan barbas de cartón. Te dan aplaudidores del color
de tu equipo, cartulinas para mosaicos y sensación de fiesta continua.
Aquí parece que es un trámite, es gris…no
hemos aprovechado ni lo de ser campeones del mundo.
Hemos intentado copiar las mascotas de la
NBA. Allí son atletas extraordinarios o
cómicos interesantes, aquí son tíos gordos que aprovechan cuando no les enfoca
la cámara para quitarse la máscara y comerse un bocadillo de panceta.
Otro tema es el de las animadoras. Allí son
todas chicas esculturales, bien preparadas, más o menos guapas pero
profesionales.
Aquí, salvo raras excepciones, son chonis de
cuarta que se hacen fotos en el baño con el móvil y las suben al Facebook.
Recuerdo que al comenzar la moda de las
cheer-leaders en España (recuerdo que significa chicas simpáticas- alegres,
porque las de aquí están con cara de cajera del Día) en mi equipo contrataron a
un chico para que animara y a una chica algo fondona, muy fondona.
La verdad es que el show era muy parecido al que hay en cualquier
discoteca a las 5 de la mañana, discoteca de suburbio.
Hace menos de una semana que ha acabado la
NBA. Yo soy de los que me levanto a las 3
de la mañana para ver los partidos comentados por Daimiel.
Ha ganado Miami Heat (Lebron James, Wade, Bosch)
a los Oklahoma
Thunders (Durant, Westbrook, Harden , Ibaka).
Al final te das cuenta que da
igual quien gane, ya que el que siempre gana es el espectáculo.