martes, 17 de octubre de 2017

COSAS QUE HACER EN MADRID



    Voy a demostrar que soy generoso y voy a compartir con vosotros un documento personal, de esos que no se enseñan o que solo se muestra a personas muy cercanas.
En él reflejaba una lista de actividades y deseos que quería efectuar cuando llegara a Madrid.
Llevo quince días y ya puedo hacer un primer balance. Seré honesto, yo nunca miento salvo cuando me confieso en misa.
Pondré en cursiva mi reflexión a posteriori.

1. BUSCAR TRABAJO. Vale, creo que tendré que bajar el nivel de preferencias o tener más paciencia. Siempre me puede quedar la Casa de Campo o afiliarme a  FAES.

2. QUEDAR CON TODA LA GENTE DE MADRID QUE TENGO EN FACEBOOK. Ya he asimilado que la gente o no tiene tiempo o no tiene ganas y me dice que no tiene tiempo. Todo parecía más bonito desde lejos. Ahora veo sus fotos de perfil y no me parecen tan guapas. Sí, es despecho. No descarto Tinder.

3. AMAR A LOS GATOS. Era una obligación impuesta porque tenía que compartir casa con ellos por cojones. Ahora tengo que reconocer que son los dos seres vivos que más veo y quiero aquí. Bueno, también al tendero chino del abierto 24 horas. Quiero más a estos felinos que a su dueña, aunque es maja, es solo por un tema de exposición diaria. No nos vemos, así que no tenemos posibilidad para discutir. Todo guay.

4. CONOCER A ALBA CARRILLO. CONOCER A MACARENA GARCÍA. En el trayecto en bus hacia aquí cambié de opinión y me di cuenta de que quiero conocer a Macarena García, tiene un algo que no sé yo cómo describirlo. He dejado de ver Supervivientes y me meto los discos de Pereza en vena, para conocer el camino. Algún día conseguiré hacerme una foto con ella y vais a alucinar pepinillos. 

5. HACER DEPORTE. Me he visto todos los partidos del Real Valladolid y uno del Atleti. Creo que eso es parecido. También me pierdo y ando más de lo que debería como pollo sin cabeza. El otro día me recorrí ENTERO el Rastro.

6. ESCRIBIR. En quince días he escrito un poema y dos posts. Espero que el poema me traiga rendimiento por lo menos porque abusé de mi única neurona disponible. Tengo que ponerme a ello. Mientras sacaré otra edición de LA SONRISA DEL MELÓN, que me lo pide la gente con lágrimas en los ojos.

7. SALIR MUCHO POR LA NOCHE POR ZONAS DE GENTE DEL MUNDO DE LA CULTURA. He ido a dos obras de teatro y me he tomado cinco cervezas en un sitio chulo mientras los actores se hacían fotos con perros. Sí, podría mejorar esto. 
También me he metido dos días a las 21 horas a la cama. Ya, yo también pienso lo que vosotros.

8. COMER SANO. He descubierto una tienda de La Sirena que venden platos congelados riquísimos. Había dos por uno. Eso y chocolate.

9. DEJAR DE SER FOFISANO. Gracias a perderme tanto estoy perdiendo tripa. Gracias a los cruasanes de chocolate no tanto como debiera. Todo es un proceso. Compré cervezas y no las he abierto, eso es bueno, creo. Aunque también puede ser malo si se relaciona con el punto 2.

10. HACER TURISMO. A lo tonto estoy conociendo sitios. He ido a parar al Vicente Calderón cuatro veces desde puntos alejados. Por la Castellana casi ni he pasado. 

11. CONTROLAR LA PASTA. Es Madrid, todo es caro. Hasta por respirar el aire contaminado de mierda te cobran. Si no fuera tan torpe con la bici...pero es que no quiero acabar en el Manzanares haciendo triatlón. 

12. TOMAR MENOS CAFÉ. Esto lo estoy logrando a la fuerza : es malo y caro. Malo de narices.

13. LEER MÁS. Estoy en bucle con Eduardo Mendoza, espero salir de él porque tengo lo último de Terelu Campos esperando en la mesilla. Ah, no, espera, que ayer estábamos escasos de papel y tuve que sacrificar algo que tuviera mucho espacio en blanco y poca letra negra que manchara.

14. NO SER MITÓMANO CUANDO VEA A FAMOSOS. Reto conseguido, pasan de mí. Cuando me encuentre con Macarena contendré el grito y pareceré un tipo normal de esos que no escriben. ¿Ningún contacto mío conoce a Macarena?

15. REFLEXIONAR MUCHO. O atiendo las redes sociales o reflexiono. Todo no puedo.

16. AMAR A LA GENTE MUCHO. Lo intento, de veras que lo intento. Que sí. Pero a veces la deshumanización se pega.

Esto es todo, he sido fiel a la realidad. También es verdad que todo puede cambiar... o no.

viernes, 13 de octubre de 2017

EL SUICIDA



         Escribo estas líneas desde el respeto y la tristeza. Es algo que tengo dentro y que tengo que sacar.

Ayer estaba siendo un buen día, había estado empapándome de la diversidad de mi nueva ciudad. Estaba contento, casi dichoso. Pero todo se giró de una manera inesperada y dolorosa.

Volvía de ver en la Plaza de la Cebada unos desfiles multiculturales y en el camino de regreso pasaba por la calle Bailén dando un rodeo premeditado con el objetivo de seguir disfrutando del buen tiempo y de las sorpresas que la ciudad ofrece. Esta vez no fue nada buena, al revés, fue una de las peores de mi vida.

Al acceder al puente del Viaducto de Segovia me adelantó por la izquierda un chico joven. Me llamó la atención que tenía un abrigo verde con capucha cuando deberíamos rondar los 35 grados.
Tenía el pelo rubio oscuro de punta y barba de tres días. Unos treinta años, como mucho cuarenta. Altura media y atuendo que salvo por el abrigo antes mencionado no llamaría la atención de nadie.

Días antes paseaba por debajo de ese puente con un amigo que hacía de Cicerone. Me comentaba que a ese puente se le llama el puente de los suicidas porque han sido varias las personas que desde él se han arrojado al asfalto que hay debajo a una altura bastante grande. No sabría calcular pero andará por lo que vendría a ser un séptimo piso.
En este puente se rodó la famosa escena de Historias del Kronen donde varios de los protagonistas medían hombría.
Documentándome para este escrito pude comprobar que se produjeron otros muchos hechos luctuosos, como la vez en que un amigo arrastró a otro que quería impedir su suicidio. También una vez un cura evitó lo previsible convenciendo a un hombre de que "esa" no era la opción adecuada.



Para prevenir esta amplia tasa de suicidios se puso por el Ayuntamiento una barrera de cristal de considerable altura que dificultara notablemente el suceso.

Pues bien, ayer el hombre este del abrigo saltó esta barrera con bastante agilidad. Yo creía que tenía algo guardado al otro lado, alguna mochila o bolsa de pertenencias, y que lo tenía protegido y quería recuperarlo.
Por desgracia no era la hipótesis acertada. Más delante le vi que camina mirando para abajo, como viendo que no pasaran coches. Me quedé paralizado.

Estuve todo el día pensando en que si debería haberle gritado, haberle dicho algo que le hiciera cambiar de idea. Lo pasé realmente mal por no tener la capacidad de reaccionar ante tal hecho con la celeridad que era recomendable.

Metros más adelante se lanzó al vacío.

Tardé varios segundos en asimilar lo que había visto. No quería creerme que acababa de ver a un hombre quitarse la vida.
Bajé lo más rápido que pude y pude presenciar de lejos que ya había gente rodeando el cuerpo del infortunado. En breves minutos llegó la ambulancia y la policía. No tardaron nada. Enseguida montaron un dispositivo con una tienda de campaña portátil y acordonaron la zona. No sé si le habrán salvado, no sé si es mejor que no lo hayan hecho, no sé si las secuelas podrían ser peor que su deseo de no estar más entre nosotros. No sé nada en este momento. Sí que sé que su voluntad era la de quitarse la vida y no la de seguir viviendo.

No me quise acercar más, sé que no habría podido olvidar nunca esa escena. No sé mirar a la muerte a los ojos. No habría podido socorrerle, no a posteriori.

Desolado me senté en la ladera desde la que presenciaba todo con la mirada perdida y me puse a pensar sobre las causas que podían haber llevado a un hombre tan joven a quitarse la vida.
Se me vino a la cabeza un dato que había leído días antes que certificaba que morían más jóvenes de suicidio que de accidente de tráfico.
No, no veréis estos datos en la prensa, no interesa contar la verdad. Tampoco interesa exponer la cifra de desaparecidos, solo se dará difusión si vives en una urbanización que tengas de vecinos a ministros y expresidentes. Sobre los datos de la violencia machista ni hablamos.
Pensaba en los hechos políticos de los días anteriores, de como se apela a la Constitución para defender banderas y uniones territoriales y como se ignoran los derechos fundamentales de los individuos en TODAS las autonomías. Eso de dignidad en la vida, trabajo, casa, alimento, ropa, etc... Pensaba en los putos desahucios y en como la puta banca siempre gana en este casino llamado vida. Pensaba en el rescate bancario, en ese dinero regalado a los que más tienen.

Pensaba en el artículo 135 y no en el 155.

No entiendo a la gente, no entiendo las prioridades. Yo creo que habría que colapsar las calles para pedir DIGNIDAD y no solo para celebrar triunfos de la Roja o para pasear trapos de un color u otro, que para el caso me la trae al pairo, porque esto es un ajedrez donde los peones hacemos lo que quieren los reyes y las reinas, que encima suelen ser bastante mediocres. Mandan los mercados. Consentimos con la cabeza gacha.

Y hay gente que no se resigna a seguir viviendo en una vida en la que no ve salidas. Personas que por temas de salud, laborales, amorosos, económicos - o vaya usted a saber qué - escuchan lo que se les pasa por sus cabezas y se rinden decidiéndose tirar las cartas que les ha tocado jugar, renunciando a seguir jugando la partida.

Este joven de ayer lo hizo así.

No quiero culparme por poder haber hecho algo, no quiero culparle por haberse rendido, no quiero culpar a esta sociedad por ser tan deshumanizada y caníbal.
No quiero buscar culpables, solo quiero imaginar que las cosas se pueden cambiar y que hay que luchar por todo y por todos.

Deseo que nunca me falte la empatía y que las muertes nunca me dejen indiferente.
Al hombre de ayer le deseo paz.

domingo, 8 de octubre de 2017

QUIEN NO ARRIESGA ...

       Soy de naturaleza comodona.

No puedo estar orgulloso de mi capacidad de aventura. Soy de los que admiran al valiente y se ponen en la piel del protagonista del libro cuando emprende empresas que parecen locuras pero que al final tienen fortuna. Sonrío de medio lado y me extrapolo a su universo. Pero siempre he sido muy conservador en cuanto a actos. Puede ser que no creyera en mí.

Estoy en una mala edad. A las puertas de los 43 tengo pocas certezas y muchas dudas.

Admiro - falsamente - a los que tienen las cosas claras, a los que les vale ese plato de lentejas seguro sacrificando su potencial y prefieren quedarse con la duda y tienen la certeza de que nunca les faltará alimento ( hasta que llegue un ERE, un desahucio o un inversor extranjero que renueve peones o localidades de implantación de la marca ).
En las relaciones igual. Hay tanta gente que no puede estar sola que van empalmando una pareja con otra sin un mínimo de criterio. Luego se lamentan y sus lágrimas se confunden con los ríos, porque suelen ser llorones y pesados. También hay los que son afortunados y siempre aciertan con sus elecciones. Sí, es probabilidad. También hoy tengo cierta probabilidad de que Alba Carrillo me escriba un mensaje al Whatsapp.

Hay momentos en los que hay que elegir entre ser uno más o ser uno. No es menospreciar a los otros, es valorarse por encima de lo que el destino parece empeñado en ofrecerte.

Si tienes inquietudes creativas es un pecado ignorarlas. El mundo solo mejorará si se potencian las artes y las capacidades de cambiar la perspectiva de las cosas. Es hacer más bonito todo. Es salud propia y salud ajena.

No digo que no haya que trabajar en cosas que pagan facturas, que hay que hacerlo por coherencia, porque si no comes difícilmente vas a vivir, y si no vives no creas. Tienes que estar vivo para poder hacer cosas. Lo que no hay que hacer nunca es renunciar a los sueños.

Y por eso he venido a vivir a Madrid. No tengo nada fijo pero quiero saber si lo que tengo en la cabeza me autorrealiza o me pones los pies en el suelo. Quiero cambiar mi gris por el color. Tampoco sé para que valgo de verdad, pero creo que alguna utilidad tendré. Sin gafas, callado y de pie quedo bonito.

No va a ser fácil, nada interesante es sencillo, pero la experiencia vital sé que será enriquecedora y lo que tengo que hacer es no obsesionarme con un fin, lo que tengo que hacer es saborear el proceso. Tengo que ser una esponja que presencie ojiplático la vida de una ciudad que tengo que descubrir si ha sido mitificada por mí o si es realmente lo que necesito para dar un paso adelante y ser lo que creo que puedo llegar a ser.

Llevo siete días y parecen siete semanas, aprendo cada día cosas.
De algo estoy totalmente seguro : nadie iba a venir a mi casa a buscarme, así que la primera victoria es haberme arriesgado.

Hace sol en la calle, también dentro de mí.