miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿QUIÉN REPARTE EL CARNÉ DE ESCRITOR?


No lo digo yo, lo dice Unamuno: muchos pedantes sois unos completos estúpidos.

Os llamo pedantes por haceros un favor. En el fondo creo que sois unos personajillos que han sido dotados de pocas virtudes y que creen que por una que tienen, porque así lo creen ellos, la tienen que usar como medio de humillar a los demás.

Hay mucho escritor mediocre, a los que les compran los libros sus cuatro amigos por compromiso, de los que tienen callos en las manos de tocarse pensando en Vargas Llosa, de los que callan cual cobarde cuando alguien les impide subir al cielo de la gilipollez suprema con un directo al maxilar.

Esos mamporreros del poderoso siempre son crueles con la gente que está empezando, temen que les quiten la porción de tarta que tienen, aunque sea pequeña. Sus complejos, sus taras, sus abundantes defectos siempre afloran, como capullo del almendro, de manera puntual.

Si hay algo que me da asco hasta el vómito es aquel junta-letras de cuarta que cree que está legitimado para decir quien tiene que escribir y quien no, levantando el dedo o bajándolo como si estuviera en la época de los romanos. Esos aniquiladores de sueños quieren impedir que sueñes porque ellos se han dado cuenta de que cualquiera con ilusión puede acaparar más interés que su mierda de versos hechos con tanto esfuerzo y que servidor los mejora en lo que dura una visita al baño si me pongo intenso.


Conozco a mucha gente que escribe, pocos que vivan de escribir. Es curioso que los que más venden sean los más generosos y discretos, como norma general. Los mascachapas abrazafarolas son todo lo contrario. Tienen un ego desmesurado producto de que nadie les ha dicho que hacen mierda.

El otro día salía en El Norte de Castilla una entrevista a un escritor ya caduco, tanto que yo creía que había muerto, y que se quejaba de que la gente lee mierda. Daba por hecho de que lo suyo es bueno. No se pregunta el motivo de que su néctar no interese ni a su gato, ya que cada vez que le acerca un libro suyo orina en él.
Así es todo, esa vieja gloria bocazas se quejaba y la persona que más vende en este país es todo lo contrario. Ella contagia ilusión, es agradable, cercana, ayuda, nunca tumba deseos...
¿No se preguntan los amargados porculeros que a lo mejor es su mal rollo lo que empapa su mierda?

En las redes sociales hay mucho imbécil cortador de alas. No sé que mal puede hacer que alguien escriba unos versos, un micro-cuento o lo que le salga de la polla. Siempre hay que censurar los procesos creativos porque es peligrosa toda persona que piense por ella misma. Comparen con ideologías.

Esa gente no piensa que no son nadie para evaluar sueños, son mierdas miserables que malviven viendo porno chino y que comen dos días seguidos con una pizza del Mercadona que estaba en oferta porque iba a caducar. ¿De qué cojones van a dar de lecciones?. Y es que aunque vendieran, que ya digo que no suele ser el caso. ¿De qué narices están legitimados?

Yo sé que cuando saque el libro me van a crujir y lo espero con palomitas. Muchos dirán que soy un laísta y loísta de mierda, otros que abuso de las comas, también me recordarán que existe la tilde diacritica aunque a veces en mis estados del Facebook no aparecen, otros que los puntos suspensivos se deden usar menos, alguno me recomendará que reduzca los verbos acabados en "mente" y yo haré lo que me dé la real gana. Escucharé a quien respeto, que casualmente venden y son majos. A los bastardos con ínfulas de jurado de "Tú sí que vales" me les paso por el forro de mis caprichos, que son muchos, por cierto.

Sigo insistiendo que la Literatura debería ser un sitio donde la gente hiciera fuerza apoyándose una a otra, con buen rollo, corporativismo. Como creo en eso lo potenciaré, aunque a veces suelte algún post como éste donde me refiero a ciertos imbéciles sin mencionarles, cosa que me cuesta horrores.

Mi resumen es que habría que soltar una hostia con la mano abierta, de esas que suenan bien, a todo el gilipollas que intente cortar la creatividad o impedir que se sueñe mediante la escritura.



6 comentarios:

Jordi Dausà (jdausa@gmail.com) dijo...

Cuando publiqué mi primera novela nos citamos con mi editor en un bar de Barcelona. Llegué pronto y vi a un señor maduro leyendo. Nunca había visto a mi editor y asumí que era él. Empezamos a charlar y enseguida me dijo que no, que no era nadie en particular. Estaba leyendo Nada, de Carmen Laforet. Me contó que la buena señora había sacado otro par de novelas pero que la cosa no había arrancado porque la sombra de Nada era larga y oscura. Espero, me dijo, que tu primera novela no te vaya muy bien, y que poco a poco las cosas mejoren. Tiene que ser así. Te deseo lo mismo que aquel tipo me deseó a mi: suerte, pero con moderación. Que tengas una carrera larga y fructífera.

Elena Beatriz Viterbo dijo...

Suerte con esa primera novela, Carlos. Tú no hagas caso de ningún juntaletras con ínfulas de pavo real y a escribir.Es muy simple, piensa que a unos gustarás y a otros no. Algunos amigos tendrán el valor suficiente para decirte lo que opinan; otros soltarán un "uf, y ahora qué coño le digo". Dentro de un par de años tal vez escribas otra y luego otra, y entonces verás la primera y pensarás que no era muy buena, pero era la primera que escribías. A esto se le llama evolucionar. Suerte, perfil... :)

buscandomiequilibrio dijo...

Madre mía, ¡has repartido pero bien!
No he leído ese artículo del que hablas, si no te importa, me gustaría que me enviaras a mi correo (Lo tienes en mi blog) el artículo, link, o algún dato para poder leer esa entrevista y poder juzgarla, ya que sin leerla, no puedo formar una opinión.

DE todas formas, gracias por tu sinceridad.
Besos.

CARLOS DEL B. IGLESIAS dijo...

Buenas,

Jordi,aunque el ejemplo es muy esclarecedor prefiero contradecir el consejo y que mi primera novela guste. Por el tema de comer más que nada, jaja.

Ángela, a mí no me dices nada (directamente), pero lo espero. No me preocupa.

Buscando, te lo enviaré ahora.

Abrazos a los tres.

Varado en la llanura dijo...

Está claro que hay gente que disfruta machacando a los demás. Los hay especialmente crueles con los que empiezan, es verdad. Esto ocurre no solo en el ámbito de la literatura, está por todas partes. Ahora, creo que con tanta bilis corre uno el riesgo de igualarse con esta gente.
Los consejos vienen bien, yo al menos los valoro. Incluso cuando vienen del típico sabiondo; puede que retirando la mala baba uno pueda sacar algo útil. Muy pocos privilegiados nacen con el don de la escritura, pocos, pocos. La mayoría de los que escribimos tenemos una inclinación, nos gusta, nos distrae, sentimos esa necesidad, por lo que sea. Pero al principio es como una fuerza sin control. Aprender la técnica ayuda y hay veces que el hecho de que nos digan que una coma está mal puesta nos cabrea. Mucho. Pero es que precisamente esa coma puede hacer la frase confusa e incluso alterar su significado y nosotros no habernos dado ni cuenta.
A veces reviso mis textos (cuando puedo, soy una amateur, tengo el tiempo justo. De hecho, ya me estoy pasando...) escritos solo hace unos meses y me topo con frases mal trenzadas, que estropean el resultado final. Que te lo digan jode, pero ayuda.
En fin, que huyo del tremendismo. Hay escritores no reconocidos y muy buenos; superventas que no merecen serlo. Esto es así, y es normal que alguien se pueda quejar por ello. Pero es la vida. Joyce vio como rechazaban sus manuscritos una treintena de veces y otros contemporáneos suyos vendían como rosquillas. Hoy Joyces tiene incluso un día festivo dedicado a su persona en Irlanda, muchos superventas de su época están completamente olvidados.
Perdona el rollo, he llegado aquí por casualidad, he leído tu artículo y quería expresarte mi opinión. Espero no haber caído en esa categoría que tanto odias de sabiondo destruye-vocaciones, he intentado ser honesto pero con respeto.
Un saludo.

CARLOS DEL B. IGLESIAS dijo...

jajaja, no tranquilo, no me ha parecido ni pesado ni falto de coherencia.
Tienes razón, hay que aprender del que sabe pero lo que yo digo es que no hay que hacer caso del idiota que fulmina sueños. Es un tema menos específico, más emocional.
Un abrazo