miércoles, 11 de mayo de 2016

CAMBIAR POR AMOR


                                       Ilustración de Helena García 


Empezaremos fuertes, con una máxima basada en la observación: cambiar por amor es de gilipollas.

Dicho esto hay que aclarar que se pueden dar variantes que hagan que tal estupidez sea menor...o mayor.
Si el "cambio" supone dejar malos hábitos es bueno. Será bienvenido. Dejar adicciones por amor está bien, no hay motivo para refutarlo. Pero claro, los malos hábitos para una persona pueden ser buenos para otros. Ahí está el problema. Y no hablo solo de lo que opinaría tito Bukowsky.

Por ejemplo, ver fútbol con los amigos. A ti te puede parecer un plan cojonudo y a tu pareja algo que hay que corregir. Si cedes totalmente en ese tipo de cosas cederás en todas. Es perder una pequeña batalla para perder la guerra final.
Si vas a tomar café con las amigas los jueves por la tarde y tu pareja te aconseja que no lo hagas al final acabarás sucumbiendo, cediendo, en más cosas.
Así es todo, cambias poco a poco, de manera sutil, hasta que ya no eres quien eras y eres quien el otro o la otra quiere que seas. No entiendo que si se quiere a alguien se le obligue a cambiar, para eso que se "pille" a otro que ya esté adaptado a los gustos del "consumidor". Otro que ya esté cambiado.

Nunca entenderé esa obsesión por mimetizar a dos personas creyendo que en ello está la felicidad. Quiero creer que es más un tema de egoísmo, comodidad o de "propiedad privada" mal entendida.
Lograréis aislaros del mundo hasta que se rompa la relación, que es cuando iréis con el rabo entre las piernas a tocar las puertas de los que antes habéis dejado de lado. O quemaréis Badoo, que es casi más dañino que el suicidio. O acabaréis siendo suscriptores de OKdiario.

Todo por no aceptar que todos somos diferentes.

No hay frase que más asco me dé que esa que dice algún Pigmalion de medio pelo: "hay que pulirte". ¿Cómo? ¡Vas a pulir a tu puta madre!, que por cierto se la "pule" el panadero, pero eso no viene a cuento. Tengo que dejar de ver Cazamariposas.

Esos cambios radicales pasan. Ves como se aficionan a equipos, grupos, escritores, actividades, que NO LES GUSTAN. ¿Por qué cojones tengo yo que ser aficionado a los toros, a Almodóvar o a Pasapalabra? ¿Por qué tengo que llevar gomina, corbata y cantar rancheras? ¿Por qué?

Hay tiempo para compartir cosas que no sean del régimen privativo, que sean de gananciales. Hay tiempo para la soledad acompañada. Hay que saber que el equilibrio está en respetar al otro.

El truco es amoldarse cediendo en algo, pero sin intentar hacer todo el puto día lo mismo los dos juntitos mientras suena la canción de Juntoooooooooos, café para dos, tralará. Un agobio y una estupidez, sí. La canción no, que me mola a las 4 de la mañana cuando estoy en misa.

No cambiéis por amor. No es dejéis cambiar por amor. Quien os quiere cambiar no os quiere.





PD: Gracias a Helena por la sugerencia de tema.