lunes, 31 de agosto de 2015

LEER RAYUELA ME SALVÓ LA VIDA


Puede ser que hayas abierto este enlace esperando que alabe la historia protagonizada por Lucía  "La Maga" y Horacio Oliveira, siento decepcionarte.
Me gusta, sí, es un libro que he leído varias veces y me ha marcado mucho pero este post no trata de esos temas. No hago reseñas, no es un blog cultural, es más un lugar donde cuento historias según sople el viento y a ser posible provocando risas.
Después de esta aclaración innecesaria procedo a la elaboración de esta historia humada vivida por el que escribe la misma en primera persona.
Me gustaría que la hubiera contado otro pero no ha podido ser. El negro de la Quintana pide verdaderos pastizales por escribir cosas chulas. Sus exs, Alfonso Rojo y Garci cobran menos pero no me gusta su pluma. Realmente no me gusta nada de ellos.

Hace unos años fui a una biblioteca municipal a ver si estaba disponible la Rayuela de Cortázar. Yo tenía un ejemplar maravilloso de esta obra, muy bien encuadernado, pastas de blanco nuclear y muy cuidado.
Cometí el error de dejárselo a una pelirroja después de un momento de euforia horizontal. No la volví a ver y me quedé sin mi libro. Desde aquel día soy bastante maniático con estas cosas de dejar libros. Siempre recuerdo lo que decía el gran Paco Umbral : "para tener una gran biblioteca hay que tener muchos amigos y una muy mala memoria". Bastantes personas tenías colaboraciones involuntarias mías en sus bibliotecas.

Salía contento de haberlo encontrado. Volvía a ver la secuencia de páginas donde nos propone las diferentes lecturas, ensimismado con la magia de ese libro, reconociendo lo innovador que era y la habilidad del autor para hacer eso que nunca antes se había hecho con esa repercusión cuando sucedió algo.
Un chaval de unos 19 años, mal llevados, me paró debajo de un árbol para pedirme fuego. Le dije que no fumaba y seguí el camino a paso más acelerado. Llegó por detrás, me agarró del codo y me giró hacia él a la vez que me pedía con muy malos modales (ayudado por una navaja) que le diera el móvil y la cartera, excusándose en que era drogodependiente.
En esas recordé que siempre digo eso de que "no leer provoca sufrimiento" y usé mi voluminoso ejemplar de Rayuela para golpearle la muñeca que sujetaba la navaja, cayendo esta al suelo, y propinándole tres librazos en la cabeza, teniendo cuidado de no doblar las hojas del libro, ya que si lo rompo me tocaría reponerlo. La sangre se quitaba mal, tuve que sacar un pañuelo y limpiarlo concienzudamente acabado el percance.
Me acerqué a su oreja derecha y le susurré con delicadeza "lee y tendrás un futuro".
Se quedó llorando en cuclillas. Me dio penita, poca.

A los pocos meses reconocí su careto en un periódico nacional, era uno de los nuevos asesores del Presidente del Gobierno. Se le veía diferente afeitado, pero esa cicatriz en el pómulo le delataba indicando que había detrás un pasado. Sonreí. Supe que dentro del Órgano de Gobierno ya no tendría dependencia de drogas.
A los tres meses acabó en un Reality, en una isla, enrollado con un tal Paquirrín. Poco después negaba que compartiera tiempo con Mariló Montero.

Me emocioné.



lunes, 24 de agosto de 2015

LAURA SABATEL Y ÓSCAR LOBETE: ARTISTAS CON MAYÚSCULAS

                           Foto cortesía de Ruth Gómez González

Hay una creencia bastante extendida y que es muy estúpida que califica a cierto tipo de música en dos opciones: "para entendidos" y "para todos los públicos". Esta falacia queda derribada cuando el oyente trata de sentir lo que escucha y se deja los complejos en casa. Me da igual que el concierto sea de los Rolling Stones, de Joaquín  Sabina, de Ludovico Einaudi, de Pablo Alborán o de los monjes de Santo Domingo de Silos, la música se tiene que sentir, hay que dejar que nos traspase sin ponerla barreras. Si te llega a la parte del hipotálamo, si te eriza la piel, si te permite transportarte a otros mundos que no son este, esa música te gusta y es buena para ti. No es necesario que lleves gafas de pasta o que leas el Financial Times.

Este viernes tuve el inmenso placer de escuchar por primera vez en directo a Laura Sabatel y a Óscar Lobete. Soprano y pianista.
Interpretaron varias piezas bajo el título "Una mirada hacia La Habana". Incluía obras de Lecuona, Prats y Sánchez Fuentes.
Me encantó, disfruté como un enano.

Una vez ayudé a silenciar el móvil a la señora de al lado y sugerí a dos que estaban detrás que ese no era el plató de Sálvame, pude degustar un recital de dos seres humanos que contagian su pasión de una manera potente y entusiasta, cosa que se agradece.

Uno, que tampoco es un melómano de carnet pero que tiene su bagaje musical, está harto de ver a pianistas tipo "ficus". Son esos que parece que se han tragado el palo de una escoba y que no se mueven en todo el espectáculo. No me gustan, no transmiten.
Óscar, quizás por su pasado rockero, cabecea, se empina hacia el teclado, parece un ciclista subiendo el Tourmalet. Desplaza su cuerpo por todo el teclado demostrando dominio y seguridad. También denota tablas a la hora de controlar todo lo que sucede en el escenario y en sus alrededores. Una verdadera maravilla verle tocar con pasión, la cual contagia a los que seguimos las piezas con el pie y dedos.

Laura no es la típica soprano. Es atractiva y risueña, y eso no suele ser normal. Sonríe todo el rato, no tiene cara de que le debas dinero como otras divas que dan repelús. Tiene una espectacular voz y tiene mucho de actriz. Vive lo que expresa, la nace de dentro y quiere que te llegue. Lo logra. Es tan buena que da la sensación de que llega a esas notas tan altas sin forzar, es como si nunca metiera "quinta" en el coche".
Algunos finales con los que nos deleito son absolutamente maravillosos y obviamente arrancó, arrancaron, los "bravos" del respetable. Por cierto, se agotaron las entradas en la Casa de Zorrilla (no, no pude encontrarme con ningún fantasma, lo más cercano a uno era yo mismo).


Estos dos artistas por separado ya valen un potosí, pero su verdadera fuerza, el hecho diferencial, es que juntos multiplican su efecto benefactor para nuestros oídos y paladares a límites enormes.
Tienen una química brutal, están perfectamente empastados, parecen una pareja de ballet que tienen la coreografía perfectamente ensayada con el piano como nexo de unión entre ambos.
Ese es uno de sus secretos: que curran mucho. Son obsesivos del trabajo y de la perfección. Tienen talento, mucho, pero no paran de ensayar juntos para que los fallos desaparezcan. Ese diafragma, esas manos, tienen muchas horas de vuelo y se nota. Trabajo, trabajo y trabajo. No es casualidad.
Estéticamente quedan muy bien también. Él con traje y ella con vestido rosa de potente color. Visualmente ya te ganan antes de empezar a tocar y a cantar. La imagen es poderosa, lo que viene después confirma las expectativas.

Un dato que quiero comentar sobre este y otros conciertos a los que acudo: denoto unas ganas terribles del público de aplaudir a los intérpretes y a veces lo hacen antes de que acabe la pieza. Entiendo el gesto de amabilidad pero quizás deberían aprender a esperar unos segundos a que suene la última nota, cosa que suele ser escenificada por el pianista con un gesto más exagerado, en este caso. Sé que a los profesionales no les molesta porque es muestra de cariño pero creo que no cuesta nada hacer las cosas bien.

Pues eso es todo, que pude disfrutar de un gran concierto de unos grandes artistas que además de profesionales admirables en esa parcela son dos tipos encantadores, generosos y entrañables.
Un lujo que haya gente como ellos.

Como no tengo ninguna grabación del otro día os pongo ésta en la que se puede apreciar que no miento cuando babeo con ellos.

                                      "A la orilla de un palmar"


viernes, 21 de agosto de 2015

AMOR EN BARBECHO


El otro día tuve la suerte de conversar con una atractiva dama que me dijo que en lo relativo a temas amorosos está en "barbecho".
Acepté tal "estado emocional" sin rendirle muchas cuentas, pero con el paso de los días me ha dado por profundizar más en el término y he llegado a la conclusión de que es muy acertado.

Este tipo de barbecho, el amoroso o sentimental, viene extremadamente bien en épocas de malas cosechas, cuando se han recogido malas hierbas y han dañado el terreno de tal forma que no permiten que salgan, vigorosas, nuevas raíces que den fruto a apetitosas y sugerentes formas de querer o amar.

Cuando se encadenan, progresivamente, una cosecha y otra cosecha sin dar tiempo a recuperar la tierra (el corazón) de las heridas sufridas se acaba por provocar que las nuevas cosechas salgan ya viciadas, arrastrando injustamente las consecuencias de los tiempos pasados. Ni el mejor fertilizando solucionará tan problema.

Es bueno dejar las tierras, cuerpo y alma, en barbecho durante un tiempo. En algún momento esas tierras volverán a ser productivas en cuanto sentimientos y volverán a ser regadas (esto me ha sonado erótico) y cultivadas por el agricultor adecuado, que deberá ser por norma alguien alejado del incapaz que no supo cuidar las tierras como debía y que provocó, por su mala diligencia y estupidez supina, que esa mujer, que ese corazón, que ese cuerpo, tenga que permanecer en reposo.

No hay tiempo prefijado, no tiene que haber un periodo señalado en el calendario.
Llegarán épocas en las que habrá lluvias torrenciales y arrastrará todas las impurezas que pudieran quedar de los tiempos vividos y limpiará de recuerdos ingratos el presente, otorgando felicidad, esperanza y sonrisa.

Todos deberíamos tener periodos de barbecho en la vida, todos tendríamos que ser generosos con los que vienen después y no hacerles pagar penas por delitos cometidos antes, todos deberíamos poder amar sin tener que camuflar con tatuajes las cicatrices vividas.

Lloverá.


                             November rain, de los Guns N´ Roses. En Noviembre suele llover.

miércoles, 12 de agosto de 2015

EL GHOSTING O LO QUE SIEMPRE HA SIDO "IGNORAR PARA QUE TE DEJEN EN PAZ"


Estos americanos son muy dados a poner nombres acabados en "ing" para todo.
Unos gilipollas borrachos que se suicidan tirándose por los balcones, pues balconing, unos cuarentones que necesitan poner fotos en las redes sociales para demostrar que son aventureros, pues puenting, unos tipos que se envían fotos con poca ropa por Internet o móvil en vez de follar, pues aparte de gilipollas usan sexting, tener un sentimiento por alguien o algo, si no son gases es feeling,  un banco de mierda con anuncios publicitarios de mierda de color naranja, pues ING.

El ghosting dicen que ahora que se ha puesto de moda. Es una falacia, siempre se ha hecho.
Se dice que es el acto de dejar una relación, de la duración y del tipo que sea, mediante el uso de la capacidad de ignorar, de pasar de su cara, de hacerse el muerto, de hacer como si no se lee nada, de cruzarse de acera por la calle, de hacer como si no existiera el remitente o que hubiera pasado a mejor vida.

La diferencia con otros casos que se presuponen habituales es que aquí uno se ahorra el mal trago de dar explicaciones. Se deja la cosa y punto. No se cree que haya que contar los motivos para mandar al carajo.

Esa creencia impulsadora de que no merece explicaciones puede darse porque : ha sido un/a hija de puta, por cobardía, por pereza, por desprecio, por olvido, por sustitución o porque hace más sencillo el trámite.
A veces es complicado tener que dar motivos para hacer algo. Es como si votas al PP, no puedes decir un motivo coherente, es mejor callarse o decir que estás "indeciso".

Siempre ha pasado esto de que escribes mensajes y no te contestan. Antes se hacía con las cartas y jodía más porque requería más elaboración. Siempre echabas la culpa al puto cartero que se había equivocado de buzón. Eras tú el equivocado, pardal.
Ahora no. Si usas el whatsapp (y no han quitado el doble check azul) podrás ver si lo ha leído. Al igual que en las redes sociales. Es cuando jode más o hace abrir los ojos más rápido. Te lee y no te contesta, ¿querrá decir algo pequeño Padawan?

Consejo práctico visual (para torpes):


De todas formas no seamos alarmistas, puede que lo haya leído y que estuviera ocupad@ y que luego se le ha olvidado contestar porque entre las clases de piano, el cocinar el pavo, el pilates, leer el último libro de Dolores Redondo y la depilación láser (incluyendo el blanqueamiento del ano) uno no siempre tiene tiempo de recordar quien es la persona que le ilusiona. Hay que ser pacientes, no ingleses, que el Paciente inglés acabo regular (¡alerta spoiller!, tarde).

De todas formas es mucho mejor que te ignoren que la cruda realidad. Si te van a decir que han conocido a uno más guapo, más majo, más inteligente, que folla mejor que tú, es casi mejor que no digan nada para no hundirte doblemente en la miseria. Si eres listo, a partir de los 30 mensajes sin responder podrás pillar la indirecta de que pasa de ti como de tu culo. Perla.

Hay otras señales. Cuando prefiere ir al "cine/fútbol con amigas/os" a quedar contigo, cuando siempre la/le duele la cabeza, cuando tiene mucho que estudiar o mucho trabajo...Aunque te diga que tiene intención de verte...no, es mentira, pasa de ti. No quiere volver a verte en su puta vida. Ya no existes. Estás muerto/a y enterrado/a.

Si antes hablabais cada día y ahora no habláis casi nunca, a ver, tu solo, puedes, venga, sí, es eso...no le importas una puta mierda. Es así, no te quiere en su vida. Asimílalo.

Pues nada, queridos lectores, esto es el ghosting. Todos lo hemos practicado y a todos nos lo han practicado, es ley de vida.
Mi consejo sería que paséis página, que la vida son dos días y es demasiado poco tiempo para quedarse anclado en un sueño o en una persona. Hay que conocer gente y tener a los que pasan de uno lo más lejos posible, con madurez, ¡Chincha chincha! .
Rodeaos siempre de gente que os quiera o aprecie, y al que no quiera estar que no esté, pero que cierre la puerta bien cerrada y que deje las llaves en la alfombrilla que pone "bienvenidos".


jueves, 6 de agosto de 2015

LAS CHICAS DEL SUPERMERCADO




El supermercado es uno de esos sitios que, por la reiteración de nuestras visitas, está expuesto a que encontremos rostros conocidos, que se nos vuelven familiares o que convertimos en cotidianos.
Yo acudo normalmente a un sitio donde muchas veces veo a dos personas.

La primera es una gitana rumana que pide en la puerta. Es joven (unos 30 años), educada, preciosa y siempre está sonriendo. Incluso recuerdo un día que tenía un problema de muelas y con una mano se agarraba la parte del flemón y con la otra intentaba sonreír, a sabiendas de que ese día no era sencillo.

Es una mujer que de no haber sido puteada con esa vida bien podría vivir de algo relacionado con la imagen. Tiene un pañuelo en la cabeza (la mayoría de las veces) que esconde una larga melena rubia oxigenada. Por lo que se vislumbra está bien cuidada. Es una chica fina.
Tiene un cuerpo bien proporcionado. Alguna vez la he visto comer cosas que la han dado.Es un detalle que me gusta. Conozco otros casos que sólo piden dinero y luego no va para ellas, esta chica tiene cierta personalidad aunque esté dentro de una "organización", cosa que no sé o no quiero saber.
Su cara refleja "calle", inteligencia, nostalgia, dulzura, dureza y resignación. 
Veo como muchas veces la saludan con cierta familiaridad los clientes habituales. 
Siempre he pensado que tiene una entrevista, que tiene mucho que contar. Es una idea que no descarto aunque tendré que gestionarlo con sumo cuidado.
De ser fotógrafo ya la habría retratado. Esos ojos dicen verdad.


La segunda es una mujer que me demuestra que la gente nunca está desahuciada
Es una persona que tiempo atrás tuvo problemas con adiciones, la cara es un reflejo de todo lo sufrido y su boca era espejo que gritaba que ahí se había consumido "caballo".
La veía por el barrio, haciendo eses y con cara de derrota.
Tiempo atrás he notado una metamorfosis maravillosa. Esa mujer que tenía pocas opciones de sacar la cabeza va perfectamente peinada, tiene dientes nuevos, lleva gafas de ver, modelos femeninos y elegantes y luce una contagiosa y maravillosa sonrisa que me ha hecho olvidar que esa mujer era la otra que conocía. Sólo he sacado ese recuerdo del cajón de lo olvidado para demostrar que el futuro lo labra uno solo.
Si no fuera por alguna cicatriz que todavía conserva en la cara, pero que cubre de manera digna con maquillaje, nadie diría que esa persona es la misma de unos meses atrás. 
No sé cómo ha llegado hasta donde está ahora, no sé quién le ha dicho que esos libros que lleva contienen vida, no sé quien le ofreció su mano...pero es un/a santo/a.
Tiene una entrevista, claro que la tiene, pero nunca se la haré. Este caso es diferente al anterior. 

Aquí se me demuestra que se puede salir de la mierda, en el otro se me demuestra que se puede vivir en la mierda con una sonrisa.
No creo que la segunda mujer necesite remover recuerdos, quizás la primera tampoco pero lo mismo abro unos ojos (algo achinados y azules) y logro que rompa una baraja que lo mismo tiene que romper, presuntamente. 

No sé, no quería sacar conclusiones, lo que quería era compartir con vosotros que en los supermercados, si te fijas, hay vida. Es como el metro, hay historias que están ahí para ser contadas, sólo requieren ojos que las detecten y las compartan.

Espero que tengan mucha suerte.