jueves, 8 de febrero de 2018

EL NIÑO DE PAPÁ






     Justo antes del precipicio, con la rueda delantera sobresaliendo al vacío,
el joven aprendiz de ratero está a punto de huir por última vez de la pasma.

No necesita el dinero, es pijo con los aires del Vaquilla y va peinado a lo malcriado de Pozuelo, con jersey de cuello para arriba y colonia de marca original.
Los tatuajes son hechos en Londres y la coca es pillada en el Barrio Salamanca, en la casa de aquel cantante que ya no toca ni en Benidorm.
Esa noche era la última, se prometió, abriría un coche ajeno para sentirse libre, diferente, salvaje, incontrolable...vivo.

Las malas carreteras que no se pudieron arreglar - porque el amigo ministro de su papá decidió hacer recortes en infraestructuras - le han llevado a ese punto que...

llueve

mucho

y la arena se convierte en barro

y el coche resbala

y cede.

El hijo de pudiente grita y llora como humilde cuando ve que su fin está cerca.
Las estampita de San Judas sale volando por la ventana y el suelo recibe al irreverente muchacho con un estruendo que suena a seco.
Al día siguiente aparece en la prensa que un fiscal se ha suicidado, y era en parte mentira.