Justo antes del precipicio, con la rueda
delantera sobresaliendo al vacío,
el joven aprendiz de ratero
está a punto de huir por última vez de la pasma.
No necesita el dinero, es
pijo con los aires del Vaquilla y va
peinado a lo malcriado de Pozuelo, con
jersey de cuello para arriba y colonia de marca original.
Los tatuajes son hechos en Londres y la coca es pillada en el Barrio Salamanca, en la casa de aquel
cantante que ya no toca ni en Benidorm.
Esa noche era la última, se
prometió, abriría un coche ajeno para sentirse libre, diferente, salvaje,
incontrolable...vivo.
Las malas carreteras que no
se pudieron arreglar - porque el amigo ministro de su papá decidió hacer
recortes en infraestructuras - le han llevado a ese punto que...
llueve
mucho
y la arena se convierte en
barro
y el coche resbala
y cede.
El hijo de pudiente grita y
llora como humilde cuando ve que su fin está cerca.
Las estampita de San Judas sale volando por la ventana y
el suelo recibe al irreverente muchacho con un estruendo que suena a seco.
Al día siguiente aparece en
la prensa que un fiscal se ha suicidado, y era en parte mentira.