martes, 16 de mayo de 2017

MI EXPERIENCIA EN LA FERIA DEL LIBRO DE VALLADOLID DE ESTE AÑO (2017) : SIETE DÍAS EN UNA CASETA.



Buenas, amigas y amigos.

El año pasado escribí una entrada en la que relataba mi experiencia en la Feria del libro de Valladolid, la primera como escritor con libro. Narraba los desprecios continuados desde la organización, las prebendas reflejadas en los actos oficiales y la endogamia mortal que se tiene en esta ciudad. Estaba algo enfadado. Este año escribo esto con otro talante.

Se han corregido fallos y se han mantenido otros. También se han creado nuevos.

Se ha hecho más caso a la autopublicación. Había una caseta (cobrada cara) donde estaba mi admirada Mayra Estévez García junto a otros escritores que eligen (como yo) este método para publicar.  Se me antoja poco apoyo pero ya es algo. Lo mismo interesaría a la gente charlas donde se hablara de las diferentes formas de publicar, muchos creen que solo existen las editoriales tradicionales y los procederes clásicos. Más charlas interesantes y menos coñazos infumables.
Las actividades de niños han sido muy interesantes, por ejemplo.

Se han puesto actuaciones musicales al lado de las casetas que dificultaba la comunicación con el potencial comprador de libros. Creo que el volumen era excesivo. El de la megafonía también.

Por otro lado creo que se podrían alargar los horarios. Cerrar de 14 a 18 horas me parece una tontería supina. Yo ni cerraría durante el día y lo dejaría toda la semana hasta las 22. Pero claro, yo no tengo poder en esto, si lo tuviera me metería en la sección oficial y me lo llevaría crudo. También participaría en concursos literarios.

No se me ha sugerido intervenir en ningún acto. Lo entiendo. Sigo sin vinculaciones políticas y Aganzo y Martín Garzo no me siguen en Instagram a pesar de mis interesantes contenidos y de mis fotos divertidas. Era algo que ya tenía asumido, tanto que ni siquiera me he postulado. Sé que suelen estar más cómodos con sus afines, esos que sueltan vítores y proclamen loas a cada verso mal combinado que reciten. Yo soy más de rimas asonantes.

El cartel general de este año ha sido mejor que el pasado. Más calidad y variedad aunque sigue cojeando en varias temáticas. El póster también me ha gustado.

Yo he tenido una feria brillante. He vendido y firmado muchos libros. De hecho no creo que haya muchos que hayan vendido más que yo. Saco pecho, sí, prefiero que se me tengan envidia a pena.

Este año he estado en la caseta de Notting Hill (gracias Vane y Luis por el trato) durante siente días. Es una deliciosa librería de Alcalá de Henares vinculada a la Asociación de escritores de Madrid. Sí, tengo que jugar fuera de casa porque aquí no me quieren. Siempre he tenido alma de profeta.
La verdad es que he estado muy cómodo y me lo he pasado genial.
Tengo que destacar que casi toda la gente con la que he interactuado - que ha sido bastante - ha sido muy agradable, educada e interesante. Ha dado gusto.
Me han recitado poemas, hablado de proyectos por ahora frustrados, elogiado mi temperamento y debatido sobre gustos literarios.
Pocos han cometido conductas impropias como manchar los libros al ojearlos, fumar cerca o comer helado.

También me gustaría resaltar que ha habido compradores de mi libro -LA SONRISA DEL MELÓN- que han venido a darme la enhorabuena a la caseta. Es un lujazo sentirse querido. Por cierto, acepto pedidos por privado en Facebook (aunque ya me quedan pocos de esta nueva edición con la editorial donde trabajo, Ediciones Ondina, de mi querida amiga escritora Elena Muñoz).

De mis compañeros de firmas no tengo quejas, todos majos. Eso sí, me gustaría resaltar a uno con el que he compartido cuatro días y que ha sido un gran descubrimiento : Manolo Madrid. He aprendido mucho de él, especialmente en cuanto a vida y formas de vender. Seguro que él de mí también. Feed back mutuo.

Los compañeros de casetas con los que he interactuado han sido muy agradables. He echado de menos firmar con mis amigos de la Librería Roel, pero seguro que otra vez será.

Si algo me queda claro en este tipo de eventos es que me reafirmo en la idea de ser como los escritores que me interesan por lo que aportan, no por lo que otros dicen que aportan. Además de los ya citados siempre me querré parecer a Rafael Fernández Ezcritor, Jorge Magano, Karol Scandiu, Leonor Antón, Lorena Franco, Susana Cañil, Gamboa, Molinero, Claudia BürkMonedero, etc... más que a viejas glorias, pufos de Eurovisión en la literatura o a víctimas del mamporrero a sueldo que siempre está dispuesto a elogiar sin objetividad.

El año que viene tampoco estaré en la sección oficial de la Feria pero seguiré haciendo ruido, más si cabe.











lunes, 1 de mayo de 2017

LA ESPALDA


                                  Foto : www.mujeraldia.com

Siempre he sido un tipo atípico. Nunca me han gustado las discotecas, el porno me aburre, no cambio tomarme un café por el partido del siglo, prefiero una película argentina de Darín a una de Stallone, creo que el amor vencerá el mal, no tomo drogas ni siento curiosidad en ellas, me importa un bledo la vida de los famosos, no me gusta llorar como reclamo, siempre que juego al baloncesto lo hago para ganar, prefiero la NBA a la Liga de fútbol de mi país, creo que el pueblo puede cambiar las cosas, escribo notas que no entiendo, leo y follo cuando me apetece y no por obligación, hago humor hasta de lo que no nos dejan, creo que todo es posible si realmente se intenta...

Con todos estos precedentes y teniendo en cuenta este romanticismo tan propio que profeso - alejado de la propiedad privada, de los caballeros y princesas, enemigo hasta la náusea del "o conmigo o con nadie"- no puede sorprender a nadie que me enamorara de ella por su espalda.

No fueron sus ojos, ni su alma, ni su culo, ni su pecho, ni su omóplato derecho..nada de eso. Fue su espalda ligeramente desplazada a la derecha la que llamó mi atención hasta el punto de ir a buscarla a esa playa en la que ella misma se etiquetó en Instagram.

De camino, en mi viaje en tranvía, me encontré a un pesado que estaba empapelando todo con carteles que rezaban un texto largo y peligroso donde pedía ayuda para encontrar a una chica que vio un día en un trayecto en ese mismo medio en el cual ahora mismo reposaba sus honorables glúteos el que ahora os escribe esto. Le expliqué cuatro cosas sobre la vida y le recomendé que visionara alguna película de la Marvel. No, no tenía ningún mensaje especial, lo que quería era que estuviera ocupado y dejara de acosar con sus mierdas de pirado y recapacitara sobre la proporcionalidad de su acción.
También le recomendé un peluquero.

Y proseguí mi viaje,

Llegué a la playa de la foto. Había mucha gente, era un día caluroso y el agua del mar aliviaba los calores.
Tarde veintiún minutos es localizar su espalda. Era como me la imaginaba: perfecta. Moldeada por vaya usted a saber qué deporte, danza o rutina. Guardé silencio.
Embelesado estaba admirando esa perfección, tanto que no me fijé que la esbelta figura estaba rodeada de dos niños de edad incierta. Se levantó y se metió en el mar con la elegancia correspondiente al porteador de esa espalda.

Sonreí como el que sabe que el cielo existe y me fui a un chiringuito regentado por un calvo con los sobacos empapados que me sirvió una cerveza fresquita mientras apuraba las últimas páginas de un libro de Eduardo Mendoza donde sale un loco-cuerdo.

Tanto me sumergí en la lectura que no me percaté que la espalda con nombre y vástagos se había esfumado. Los espetos me aliviaron del disgusto.

Treinta minutos después recibí un mensaje privado por la red social antes citada. La espalda con nombre me sugería vernos, también me decía que comprara pan y leche y que no olvidara que teníamos cena familiar.
Recordé por qué me enamoré de ella y por qué llevamos ocho años casados. También compré chocolate.