Hace
una semana , en Holanda, 3 jóvenes jugadores de fútbol de edades comprendidas
entre 15 y 16 años asesinaron a un juez de banda de 41 años en el transcurso de un
partido.
Una
patada en la cabeza y tres en el abdomen, no es un accidente.
No me
sorprende.
Hace
tiempo que el deporte está estúpidamente siendo tomado por la amplia masa borrega y
no entiende que es solo eso DEPORTE.
Un
partidos de críos de esa edad debía ser una fiesta, pueden picarse, retarse,
provocarse con el balón, lo que quieras dentro de la realización de un partido.
Mucha
culpa de este germen de violencia lo tienen los padres. Todos quieren tener a un Messi como hijo que les
retire de su curro de 8 horas y cuando van a ver partidos de niños de 13 años les meten una presión
obscena y descargan de las frustraciones personales (y posiblemente
laborales) en un árbitro de 15 años que seguramente esté ahí gratis o por
pocos euros. Si compensa ser “trencilla” es otro tema a tratar, algo de
masoquismo tiene implícito.
Debo
confesar una cosa, hay un día que me marcó profundamente en esto del deporte y
violencia en categorías infantiles, el día en el que decidí abandonar los terrenos de juego para siempre.
Todo
sucedió un soleado día de Octubre de hace un par años, yo vivía en Girona.
Era
segundo entrenador de un equipo local de fútbol y por ausencia justificada del
primero (viaje de novios) asumí su puesto con la ilusión típica del que puede
hacer lo que quiera sin consultar.
El grupo de jugadores era un grupo heterogéneo de razas, colores y credos que tenían en común ser buenos chavales y los síntomas de tontería que conlleva el paso por la adolescencia.
Ese partido iba bien, jugábamos bien, nos divertíamos tocando el esférico y buscando la solidaridad del compañero de cara al marco contrario, era un partido normal.
Lo anormal fue ver a los padres del equipo contrario insultar a niños de 14 años, los padres de esos niños insultar a los que insultaban a sus hijos, los niños que estaban jugando asimilar los ejemplos paternos e insultarte entre sí. Todo termino con una pelea descomunal con intercambio brutal de puñetazos y valientes de 40 años pegando a niños 25 años menores. Un puta vergüenza.
Yo me limité a separar a la gente, a traerme a mis jugadores, (los que no estaban poseídos por Mike Tyson) a un banquillo alejado. Estaba furioso, triste, abatido, asqueado.
Al día siguiente del entrenamiento les solté una charla de la que espero que a alguno se les haya quedado algo, yo sé que si. No quería abroncarles, no quería decirles que sentía pena por los padres suyos que se metieron en la pelea, solo buscaba la reflexión.
Les dije que se pusieran en mi lugar y me imaginaran yendo a ver a su madre para contarla que su hijo que había salido esa mañana a hacer deporte contento había perdido un ojo en una estúpida y estéril pelea.
Alguno puso cara de respeto, otros de recapitulación, otros de indiferencia y alguno me comentó que tenía razón.
No tardé mucho en dejar ese equipo y el fútbol en general. Mi sensación de hartazgo y asco pudo con mi ilusión de madrugar para intentar crear personas en vez de futbolistas.
Lo dicho, no me sorprende la muerte de este linier en Holanda, aunque si me deja consternado y apenado.
6 comentarios:
Este mundo!, estamos de mal en peor.
Para tí un beso !
Ya te digo...un beso
La gente, especialmente en el futbol, no se por qué , se vuelve estúpida cuando empiezan a hacerse adultos y sobre todo padres. Esto ha ocurrido antes de Messi y despues de Messi. Me gustaría saber que condena les ha caído a esos críos asesinos.
Muchos padres son solo personas sin talento para el deporte, que al ellos no tener éxito, quieren que sus hijos logren lo que ellos no lograron, pero a la cañona. #PTB PTB
Mar, a esos críos asesinos se les aplicará la ley del menor, aquí la conocemos bien, y no muy lejos de donde tu vives especialmente con un tema muy televisivo de infausto recuerdo.
Jose, seres frustrados que amargan la vida de sus hijos, exacto, gente necia.
Abrazos a ambos
No había visto esta entrada Carlos, realmente el fútbol como la vida se vuelven más violento cada día.
Produce realmente tristeza.
Un abrazo Carlos.
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