jueves, 5 de febrero de 2015

DESDE QUE ME DEJASTE


No creas que duele tanto como duelen otras cosas.

Dejando de un lado que no como, no duermo y que no respiro... por lo demás sigo con mi vida normal.
He vuelto al gimnasio, hago zumba y pilates, y mi cuerpo está en una armonía dichosa que me permite ir regularmente al baño.

No te echo de menos, ni a tu sonrisa, ni a tus palabras, ni a tu roce con cariño no pedido.
Más duelen otras cosas como poner el telediario y que digan que la prima de riesgo ha subido o que se fusionan ideologías por conseguir una sodomización común de nuestros ortos.
Más me duele que nieve y no tener esquís, que llueva y que se me joda el paraguas por el viento, que haga sol y que una gripe persistente me tenga en la cama una semana, solo, sin ti, pero acompañado de mucosidad y paracetamol.

Cocino para dos, mi perro Merlo y yo. El can se lame sus partes esperando que le ofrezca sus albóndigas a punto de caducar, mientras yo paso con agua unos tallarines a la carbonara que me han quedado algo tiesos.

Pero no te echo de menos.

Tampoco esas preguntas cuando llegabas a casa, esas que me parecían rutinarias y cansinas, ese parte del día en el que me incomodabas cuando veía el Intermedio.

Ese orden metódico en el baño, esa pasta de dientes bien cerrada, ese olor a tu colonia que confesaba que ya habías acabado de ponerte guapa para demostrar en el curro que sigues siendo la mejor. Eres la mejor.
Eres la mejor en muchas cosas, has sido la que mejor me mandó a la mierda al escribirme una carta, sin faltas de ortografía, en la que me decías que mejor sería que me aguantara mi madre. Me empujabas a dejar la cerveza los miércoles y acabar "de una puta vez" ese libro que digo que estoy escribiendo y que llamas con retranca: "La Sagrada Familia".

No te gustaba Merlo y su manía de abalanzarse sobre otros perros bien dotados en el parque, te hacía sentirte incómoda que mi perro experimentara su ambigüedad sexual con pit bulls bien dotados. Este punto puedo entenderlo. Un poco.

Me acusaste de dejarme barba por pereza cuando yo te decía que era hipster. Me criticabas que te dejara la cara toda roja cada vez que te devolvía un beso de medio lado. Siento mucho este punto. Siento no haberte besado con ganas, siento haberlo hecho como "dando propina".

No te echo de menos, ya no te lloro, ya puedo mirar tus fotos sin que me embargue una sensación de pena supina que me recorre la espalda y me deja frío, tiritando. Desde la nuca hasta el culo recorre una sensación que me provoca escalofríos, la columna vertebral no me vertebra mucho. Cede al impulso de la nostalgia.

Es como si hubiera sido lo mejor que nos podía pasar, que te fueras, que me dejaras, que buscaras gloria mientras yo sigo tirando los días criticando el pijama de Belén Esteban, pero es que no la aguanto.

Es lo mejor que nos ha podido pasar, especialmente a ti. Brillante idea eso de poner tierra de por medio con este pobre mortal que escribe versos post-coito usando rimas de canciones de Arjona y Calle 13.

Vale, no me haré el "duro", el "machote", no puedo. Estoy muy jodido, demasiado, tan mal me encuentro que he acabado el jodido libro y te lo he dedicado.
Te pongo bien (no te preocupes), yo no me he cuidado tanto, he sido duro conmigo. Ser un loser de manual tiene cierto encanto canalla para la clientela y no entiendo porque no voy a poder compartir lectoras con "50 sombras de Grey".

Espero que te guste, siempre tuyo. No espero respuesta.

Te echo de menos, creo.

2 comentarios:

Soledad Arcos dijo...

besos de propina? Imperdonable :)

CARLOS DEL B. IGLESIAS dijo...

Debería estar tipificado en algún código, ya.
:(