lunes, 8 de octubre de 2012
EL SUEÑO DEL SOLDADO
Hace años que no duermo bien.
Todo se remonta a la guerra de Afganistán. Estaba apuntado al ejército como el que está en una empresa de las de trabajo en cadena con la única motivación de ganar algo de dinero.
Nunca tuve vocación, siempre estuve más cerca del pacifista que del violento.
De pequeño evitaba las peleas y salía huyendo. Mi superioridad física no era usada como medio de imposición de mi doctrina. Prefería parecer cobarde que poder quedar lisiado de por vida derivado de un golpe mal recepcionado.
Con los años aprendí que lo que decía Churchill de que "había que estar preparados para la guerra para prevenir la paz" era cierto. Me cansé de correr y en alguna ocasión me tocó demostrar a algún bocazas que mis clases de boxeo había pasado de ser una liberación de frustraciones con excusa deportiva a ser mi carta de presentación ante necios.
No corrían buenos años y tenía que mantener a los dos hijos (no deseados) que tuve con la camarera de ese bar de jazz donde me dejaba caer cuando estaba fuera de la biblioteca. Con el tiempo pasó de ser un complemento a un sustituto.
Ella era exuberante y sabía convencer con movimientos de caderas a los jóvenes que no teníamos más rumbo que el que nos llevaba a la posición horizontal con ella en su catre.
Tuve que matarme la cabeza para dar sustento y caprichos a mis hijos ( dos gemelos preciosos) y es por eso que me alisté al ejercito confiado de que era un dinero fácil por desfilar los 12 de Octubre y por usar un uniforme verde feo y ajustado.
Por aquel entonces nuestro país se metió en "labores humanitarias" en zonas de conflicto. Era un eufemismo para decir que estábamos en guerra.
Se me ofreció una cantidad indecente de dinero por ayudar al pueblo sometido en labores de reconstrucción y protección, era una oferta irrechazable ya que en 6 meses se ganaba lo de casi 6 años trabajando de tornero fresador.
Me despedí con lágrimas de mis hijos y con indiferencia de su madre. Seguidamente me embarqué en un avión obsoleto que nos llevó a la zona de conflicto.
Pronto aprendí que las armas que nos daban allí no eran de adorno.
Nos daban "estimulantes" para que perdiéramos el miedo a morir y el desprecio a vivir. Yo me enjuagaba la boca y lo tiraba, con las pastillas hacía el truco de ocultarlas debajo de la lengua.
Entramos en combate varias veces, unas cuantas mis disparos hicieron blanco. Derramé sangre y conciencia.
Nos trajeron con honores de hojalata y con la cartera menos llena de lo prometido.
De propina una sensación asquerosa de que ya no era el que antes era.
Ahora estoy viendo la televisión, huyendo de la realidad nunca pongo las noticias,me parecen todos los perros iguales sosteniendo el mismo collar de mierda y estoy a la espera de que me llegue mi prótesis nueva de pierna la cual les dejé allí como muestra de que las balas y las bombas no eran de videojuego.
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13 comentarios:
Impresionante y muy real tanto que parece como si hubieses estado allí.
Pagan fuerte porque hay muchos intereses economicos que defender. Es lo único que les interesa: control y dinero.
Un abrazo.
Buen relato Carlos, me alegro que no seas tú, pero siempre puede es alguien... muchas vidas que lo han sentido en sus carnes.
Un abrazo.
Ohma, puede que haya estado allí ;)
Cari, como ves no solo hablo de temas pastelones...jeje
Un abrazo a ambas
.
Una triste realidad...
Bueno, si te pones triste ,Angela, no volveré a ir al frente ;)
Hoy te he leido, y me he emocionado cm una tonta carlos;Pedazo de post,qque creo que nos lleva irremediablemente, a la reflexión...;Parece incluso,autobiográfico!!!.Me gusta mucho como interiorizas hacia los pequeños detalles de tu historia.Un 10,Mi Niño;)
Qué pasa chaval.
Este pasado verano un conocido común (ya te diré quién) me contó que a su cuñado le mataron en Afganistán, hace uno o dos años. Un soldado normal, de Córdoba, un chico como cualquiera que te puedes cruzar por la calle. Un afgano tuvo la puntería de menterle una bala por el cuello cuando estaba cuerpo a tierra, con lo que la bala le recorrió todo el cuerpo y le destrozó por dentro. Dice que su hermana lo llevaba relativamente bien, porque también es militar y como que lo tiene asumido. De hecho me decía que la chica estaba deseando que la volvieran a mandar allí, lo cual me parece un dato interesante a tener en cuenta. Él simplemente decía que "mi hermana está muy loca".
También me contaba que hablando con el chaval hace tiempo, le había contado que creía que él también se había cargado a alguno, pero que no estaba seguro. Que allí disparas a uno y ves que se cae, o desaparece, pero tampoco sabes si le has matado, si le has herido o simplemente ha salido corriendo. El que sí debía cargarse a bastante gente era el francotirador que les acompañaba, porque parece ser que las herramientas de un francotirador matan mucho mejor que las de un soldado normal.
Pues nada, que tu historia me ha recordado aquella conversación, y recuerdo que se me quedó una sensación rara. Te mandan a un país que casi no eres capaz de localizar en el mapa y te pones a pegarte tiros con un tío que ni conoces, y que tendrá su familia y sus amigos igual que tú...
No sé, no lo voy a dar más vueltas, es todo muy absurdo. Normal que les paguen bien.
Michelle, es autobiografico,o puedo que no, ya no sé...
Alberto, son mínimo 3000 euros al mes, no tiene mucho de absurdo, si lo tiene de engaño, es guerra no es misión de paz ni ostias...
Abrazados quedáis
mentira
Bonita historia de ficción, desde el momento que dices que ganas en 6 meses lo que gana un tornero fresador en 6 años vamos...si no me salen mal las cuentas 3000 x 6 son 18000 me parto si gana eso un tornero fresador en 6 años... Y hay no cosa que tu obvias aparte del dinero que a todo el mundo le gusta.. Que la profesion militar hay que sentirla mas alla del dinero.. si solo estas por el dinero.. mal vas.. Un saludo y enhorabuena por tu blog.
Me alegro que te haya gustado y es cierto eso que dices del dinero.
Espero volver a verte por aquí, un abrazo
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